Por Darío Sánchez Vendramini
En los últimos meses las falsificaciones han sido un tema frecuente en el mundo numismático. Algo fascina y a la vez repulsa en estas piezas producidas con el afán de pasar por algo que no son. Por un lado, admiramos el talento, casi siempre anónimo, que es capaz, en algunas ocasiones, de engañar incluso a reputados especialistas, a curadores de museos y a casas de subastas. Por el otro, por supuesto, todos tenemos temor de ser estafados y de la terrible desconfianza que el éxito de los falsificadores difunde en el ámbito del coleccionismo.
En esta entrada quiero dejar un poco de lado ese temor y concentrarme en la fascinación para presentarles al personaje de uno de los más talentosos falsificadores de la historia, Carl Wilhelm Becker (1772-1830). Uno de los pocos imitadores modernos capaces de reproducir el estilo de los grabadores antiguos, como puede verse en el retrato de Póstumo de su autoría que encabeza esta página.
De comerciante a “artista”
Carl Wilhelm Becker nació en Speyer el 28 de junio de 1772. Su padre, Johann Wilhelm Becker, era dueño de un viñedo y de un negocio de vinos y mantenía un puesto de honor en la ciudad como Síndico. En su juventud, Carl mostró una temprana afición por el arte, pero su padre no le permitió seguir esa vocación y convertirse en escultor. Cuando Carl alcanzó la mayoría de edad, lo envió a trabajar con un comerciante de vinos en Burdeos. Aquí habría él comenzado a hacer dibujos de monedas antiguas y a fabricar cuños como pasatiempo. En mayo de 1795, cuando se casó con Maria Catherina Tremelius de Mannheim, ya estaba en el negocio como comerciante de vinos en Frankfurt. Desde 1798 hasta 1802 o 1803 la pareja se estableció en Mannheim para desempeñarse en el comercio de telas. Este proyecto fracasó en 1803. El talento artístico de Becker no se conjugaba bien con el mundo de los negocios.
Después de su fracaso comercial, Becker vivió, entre otros lugares, por un tiempo en Munich, donde en la Real Casa de Moneda obtuvo un completo entrenamiento en el arte de producir troqueles de acero grabado. Becker estaba decidido a dejar de lado el comercio y forjarse un destino en una profesión más artística.
Decadracmas de Siracusa - ¿Cuál es el original y cuál de Becker?
¿Cómo se inicia un falsificador? De estafado a estafador.
Es probablemente durante este período de residencia en Munich en el que sucede un acontecimiento de crucial importancia para su carrera posterior. Un barón le vendió a Becker una moneda de oro del emperador Cómodo que resultó posteriormente ser falsa. Al quejarse Becker de la estafa, el barón le respondió fríamente que lo merecía por su ignorancia, por meterse en un terreno que no conocía. Indignado, Becker se decidió a estudiar todo lo necesario para dominar la numismática antigua. Pudo así producir sus propias monedas falsas y tener la satisfacción de venderle una de oro al barón que lo había engañado.
Áureo de Cómodo - Copia de Beck a la izquierda - original a la derecha.
Su éxito lo llevó a continuar su producción y a comenzar a comercializar sus monedas como medio de vida. La imagen que encabeza esta sección ilustra la calidad de su trabajo. ¿Alguien puede decir cuál es el decadracma original y cuál es el de Becker?
En este “desafío para expertos”, en el que les solicito identificar cuál de los dos decadracmas de Siracusa ilustrados en la foto es auténtico y cuál una falsificación de la mano de Becker, he aquí la respuesta:
En este “desafío para expertos”, en el que les solicito identificar cuál de los dos decadracmas de Siracusa ilustrados en la foto es auténtico y cuál una falsificación de la mano de Becker, he aquí la respuesta:
Para facilitar la identificación, tienen aquí la imagen del anverso de otro decadracma de Siracusa. Como puede apreciarse claramente, una de las monedas ilustradas arriba presenta algunas diferencias de estilo demasiado notables como para ser atribuibles a una variante de la época, la de la izquierda. Si bien Becker logró captar el aspecto general de los originales, su Aretusa no es del todo convincente. Si observamos con atención, veremos que (dejando de lado otros detalles) sobre todo la línea de la frente y los arcos de sus ojos no tienen la pureza clásica de las auténticas. Lo mismo sucede con la boca, cuyos labios se encuentran algo hundidos.
Sus métodos de producción
Becker realizaba todo su trabajo en forma completamente manual. Es decir que no utilizaba medios mecánicos para transmitir el diseño de una moneda auténtica a un cuño. Estudiaba cuidadosamente el original y luego grababa el diseño completo a mano de la misma forma en que se trabajaba en la Antigüedad. Cuando no podía conseguir un original para tomar como modelo trabajaba a partir de copias hechas con moldes de yeso u otros métodos. Parece que en algunos casos específicos trabajó a partir de ilustraciones de las monedas, acuñando algunas piezas de menor calidad de lo habitual en su producción. También produjo, en un par de ocasiones, algunas piezas fantásticas sin modelo antiguo concreto.
Una vez producido el troquel, Becker acuñaba sus monedas con golpe de martillo al igual de lo que se hacía en la Antigüedad y sin recurrir al uso de las prensas mecánicas habituales en la producción monetaria de su época. El proceso era muy laborioso y Becker llevaba a cabo casi sin asistencia todo el trabajo que en las “oficinas” de las cecas antiguas desarrollaba todo un equipo de especialistas. Becker trabajaba con cospeles que le eran proveídos por casas de fundición. Los utilizaba en forma esférica para producir monedas de alto relieve como algunas piezas griegas y en forma de discos para monedas más planas. En algunos casos utilizaba monedas antiguas de escaso valor y las reacuñaba con los tipos de otras más valiosas.
Para “envejecer” sus monedas recién acuñadas, Becker utilizaba un procedimiento muy original. Las colocaba en un cajón de madera lleno de viruta de hierro y arrastraba el cajón con su carruaje en un paseo por el campo.
Una vez producidas sus monedas, Becker las comercializaba, con gran éxito, a través de una red de agentes y de contactos comerciales por toda Europa. En algunos casos se las vendía expresamente como copias modernas, pero la gran mayoría de las veces se las hacía pasar por auténticas. A lo largo de su carrera, Becker vendió sus monedas a coleccionistas de todo el continente e, incluso, a muchos de los museos más importantes, como el Museo Británico, que todavía posee piezas de Becker.
Para “envejecer” sus monedas recién acuñadas, Becker utilizaba un procedimiento muy original. Las colocaba en un cajón de madera lleno de viruta de hierro y arrastraba el cajón con su carruaje en un paseo por el campo.
Una vez producidas sus monedas, Becker las comercializaba, con gran éxito, a través de una red de agentes y de contactos comerciales por toda Europa. En algunos casos se las vendía expresamente como copias modernas, pero la gran mayoría de las veces se las hacía pasar por auténticas. A lo largo de su carrera, Becker vendió sus monedas a coleccionistas de todo el continente e, incluso, a muchos de los museos más importantes, como el Museo Británico, que todavía posee piezas de Becker.
Cuños grabados por Becker a mano para producir monedas de Transilvania del siglo XVII.
Un falsificador expuesto
Las falsificaciones de Becker fueron expuestas como tales por el gran numismático italiano Domenico Sestini (1750-1832), quien en su obra Sopra i Moderni Falsificatori di Medaglie Greche Antiche nei tre Metalli (1826) describió y reprodujo varias de sus monedas. Becker se defendió diciendo que él producía copias para que los coleccionistas de menores recursos pudieran completar sus colecciones. Lo cierto es que a pesar del éxito de sus monedas Becker nunca tuvo una situación financiera particularmente buena y que experimentó en sus últimos años serios problemas económicos.
Muy rara medalla húngara de 10 ducados de oro, falsificada por Carl Wilhelm Becker, en 1820.
Las monedas de Becker no son hoy peligrosas pues un análisis detallado revela fácilmente su condición, pero no ocurría lo mismo en su época, en la que la catalogación y el estudio científico de las acuñaciones antiguas se encontraban en sus inicios. Lo que hace todavía interesantes a sus falsificaciones es el talento genial de Becker como grabador, capaz de reproducir en muchos casos de manera genial el espíritu de las acuñaciones antiguas.
Referencias bibliográficas
Hill, Sir George F.: Becker the Counterfeiter. Chicago, 1979 (edición original de 1924).
Sayles, Wayne G.: Classical Deception : Counterfeits, Forgeries and Reproductions of Ancient Coins. Krause Publications, Iola (Wisconsin), 2001.
Darío Sánchez Vendramini Doctor en Historia Antigua por la Universidad de Tübingen (Alemania).
Profesor Asistente de Historia Antigua enla Universidad Nacional de Córdoba, Argentina, y como investigador del CONICET.
Profesor Asistente de Historia Antigua en
numismaticodigital.com
Excelente artículo
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