sábado, 27 de agosto de 2011

El Medio Real de Antillas

La primera emisión de sellos postales para las Antillas hispanas

Lohania Aruca Alonso

Siete millones de cartas circulaban anualmente en la isla de Cuba, según informaba el 20 de junio de 1855, José Gutiérrez de la Concha al Ministro de Estado encargado del despacho de Ultramar. Por aquel tiempo, Concha cumplía su segundo mandato como gobernador y capitán general de la colonia antillana. En la misma comunicación, solicitaba urgentemente que le fuera enviada una segunda remesa de la primera emisión de sellos destinada a Puerto Rico, Cuba y Filipinas. Esta se había puesto en circulación en Cuba, por primera vez, pocos meses antes, exactamente el día 24 de abril.


Nos sorprende la magnitud de la actividad epistolar señalada anteriormente. Considerando que la población total del archipiélago cubano entre los censos de 1841 (catorce años antes del hecho rememorado era: 1 007 624, de ellos 436 495 esclavos, con acceso poco probable al servicio de correos) y el de 1861 (seis años después: 1 396 530, de ellos 370 553 esclavos), de donde se podría suponer que hacia 1855, en Cuba tenían acceso al servicio de correos alrededor de un millón de habitantes, como promedio máximo probable. Es decir, que cada habitante del país escribiría siete cartas al año, ¡sin excluir a los iletrados blancos, negros o pardos libres!


Cierto es que este era el único medio de comunicación, tanto para relacionarse con el interior del país como con España y otros lugares foráneos, y que la vitalidad de los negocios y la cultura en Cuba estaban en un momento de auge. Aún así, y teniendo en cuenta que los valores de dichos sellos eran de medio real y un real, ambos de plata, aseguro que no era poco, ni ordinario, lo que Concha ofrecía como una nueva vía de ingresos fijos a la Hacienda Real. La remesa inicial había ascendido a la cantidad de 1 402 500 sellos de medio real (verdinegro); 182 750 de un real (verde bronce) y la misma cifra para otro de dos reales impreso en un color diferente (rojo carmín).

La primera emisión hecha únicamente para Cuba (es la segunda para las Antillas españolas), llegó a La Habana en el vapor correo “Velazco” el 8 de septiembre del propio año 1855; comprendía cuatro tipos de sellos, los tres anteriormente mencionados, y uno más de dos reales plata, su color era rojo naranja. Según los destinos de los envíos postales se estipulaban los valores de los sellos a imponer: Interior de la Isla, España y Puerto Rico, valían medio real, y para Filipinas un real. También se calculaba de acuerdo con el peso de las cartas, estas se clasificaban en: sencillas (media onza y una onza), dobles (una onza), o derechos de certificación para usos de documentos, incluida la distribución de periódicos y revistas (de un real o dos reales), a estas medidas se sumaba la tarifa de destino de la carta u otro envío postal.

Las características de la primera edición de sellos postales, realizados en la Fábrica Nacional del Sello de Madrid, y diseñados por José Pérez Varela, artista de esta última, eran simples y elegantes. En el centro del grabado estaba el perfil de Isabel II (1830-1904), que cumplía entonces veinticinco años de edad; rodeaba la efigie un círculo de perlas. Estas últimas también rellenaban los cuatro triángulos, gracias a los que se adaptaba la primera figura geométrica al rectángulo del sello, ambos laterales estaban guardados por diminutas campanillas. En la parte superior del impreso en papel, previamente hecha la marca de agua o filigrana como garantía de su origen de fábrica, se había estampado la palabra Correos, mientras que en la inferior podía leerse el valor de cada sello.
Las cancelaciones de las estampillas postales se hacían manuscritas, a pluma con tinta negra, o con un cuño especialmente enviado de la Península. Según nos advierte el historiador Guerra Aguiar en su obra, citada con anterioridad: “El 1ro. de septiembre de 1864 se inició el canje de los sellos de esta emisión por otra con diferente diseño, que se había confeccionado en España, dándose como término para esta operación el 15 de dicho mes.”

El correo y su distribución dentro y fuera de Cuba, fue, a partir de las reformas de Carlos III, una actividad prioritaria, siempre tuvo una representación sobresaliente dentro de la administración colonial. Recordemos que, en el plan de renovación del centro cívico de la ciudad capital de la colonia, iniciado bajo el gobierno del Marqués de la Torre, Felipe Fondesviela y Ondeano (1771-1777), el edificio de correos -hoy día conocido como Palacio del segundo cabo-, por la elegancia del medio punto de sus altos portales, la correcta composición arquitectónica y la rica ornamentación de la portada principal marcó una pauta tipológica para el resto de las nuevas construcciones que se levantaron alrededor de la Plaza de Armas, la más antigua y de mayor jerarquía de La Habana Vieja..

cubarte.cult.cu

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