La tarjeta postal ilustrada, tarjeta postal o también conocida como tarjetas de correspondencia, consiste en una pieza rectangular de cartulina, o cartón fino, preparada para escribir y enviar por el correo tradicional, sin necesidad de usar un sobre, con el propósito de ahorrar costes.
El surgimiento de la tarjeta postal se
debe a Heinrich von Stephan y a Emmanuel
Hermann. En 1865, con ocasión de la Conferencia Postal Internacional celebrada
en Karlsruhe, el funcionario
de correos Heinrich Von Stephan propuso la introducción de hojas postales en
forma de talonarios como medio de comunicación no reservada. Sin embargo, esta
innovación no llegó a prosperar. Hermann, profesor de economía política,
publicó en 1869 en el periódico austriaco Neue Freie Presse un
artículo sobre las ventajas económicas que supondría para la Hacienda pública
la introducción de la tarjeta postal (la Correspondenz-Karte). La idea
sería recogida al poco tiempo por el director de Correos y Telégrafos de Viena,
Adolf Maly, quien autorizó la circulación de tarjetas postales por correo. El 1
de octubre de 1869 la administración de Correos de Austria-Hungría pondría en
circulación la primera tarjeta postal en el mundo que cobraron popularidad y en
tan solo un mes de su aparición se vendieron cerca de 1.500.000 de ejemplares.
La primera postal oficial española se
emitió en diciembre de 1873. En 1890 los fotógrafos suizos Oscar Hauser Muller
y Adolfo Menet Kurstiner, fundan en 1890 en Madrid la imprenta de artes gráficas española, Hauser y Menet,
dos años después, 1892 ponen en circulación en España las primeras tarjetas
postales, llevan en su anverso el clásico “Recuerdo de Madrid” y una
composición con cuatro imágenes fotográficas (figura 1).
Hacia 1900 había ya más de 140 casas dedicadas a imprimir, editar o vender postales relativas a España. El éxito alcanzado por las tarjetas postales editadas por destacadas casas impresoras especializadas sería aprovechado por fotógrafos profesionales y laboratorios fotográficos convirtiéndose en una oportunidad de incrementar su negocio. Muchos fabricantes de papel fotográfico respondieron a la demanda de dicho material sensibilizado con la impronta, al dorso, alusiva a tarjeta postal.
Los fotógrafos de la época en A Guarda se suman a este auge, la mayor parte de las postales ilustradas de comienzos del siglo XX de nuestra villa son de los fotógrafos profesionales Mariano Jiménez Hueto, Vicente Vicente Táboas y de su hijo Prudencio Vicente Sobrino (Foto Central).
Postal
del fotógrafo Prudencio Vicente Sobrino (Foto Central), principios de los años
20.
La tarjeta postal podía contener en su anverso dibujos, grabados, cromolitografías, etc., pero, por lo general, reproducía fotografías. A finales del siglo XIX, la Unión Postal Universal reguló el formato de las postales. Se recomendó que sus dimensiones fuesen 9×14 cm. Ese es el formato de las postales antiguas, que se mantuvo hasta cerca del año 1960.
La abundante producción de series de tarjetas de las distintas poblaciones o lugares, a modo de recuerdo, implicaba la selección previa, con arreglo a unos determinados criterios y valores culturales, de calles, monumentos, plazas, edificios, personajes o actividades más características que se estimaba que merecían ser reproducidas y difundidas.
En España algunas instituciones educativas, primero colegios de órdenes y congregaciones religiosas y después los nuevos grupos escolares construidos en las ciudades, encargaron la emisión de álbumes, blocs o estuches que solían contener entre 10 y 20 tarjetas postales. Hay fotografías de espacios y edificios escolares o relacionados con la educación, así como de actividades escolares y extraescolares, ordinarias o extraordinarias.
Con este nuevo producto cultural y comercial, el mundo, cualquier aspecto del mismo, estaba al alcance de la mano, constituía un soporte perfecto para difundir, de entre tales aspectos, acontecimientos y actos conmemorativos que se consideraban relevantes, tales como el cambio de siglo o la celebración de exposiciones, festividades y todo tipo de celebraciones.
Su atractivo estético hizo que se convirtiera en un objeto coleccionable entre los aficionados desde principios del siglo XX, poniendo de moda el coleccionismo de estas pequeñas cartulinas. Fue tal la afición que, en el Boletín de la Tarjeta Postal Ilustrada de febrero de 1901, Miguel Vingut, anunciaba poseer más de 16.000 tarjetas postales ilustradas y 2.700 tarjetas oficiales.
Este interés por el coleccionismo nacido primero en Europa, principalmente en Francia, donde en 1899 se crea la primera asociación de intercambio, el Poste-Card Club promovido por Émile Strauss, y Gran Bretaña, se trasladó más tarde a España donde al igual en otros países europeos comenzaron a crearse asociaciones de coleccionistas, como por ejemplo en Barcelona, la Sociedad Cartófila Española Hispania (1901-1909) o en Valencia, la Sociedad Cartófila Universal l´Ideal. De igual modo el número de revistas especializadas en la materia encargadas de anunciar las novedades más recientes y publicar anuncios de editores y coleccionistas aumentó considerablemente.
El nacimiento del coleccionismo de
tarjetas supone una revalorización, no solo del precio de la postal sino
también del interés suscitado por este medio de correspondencia.
La tarjeta Postal como documento
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Archivo InfoMaxe
José Ángel Gándara Rodríguez