Por Ramón Cobo Huici
Desde la emisión de 1884, el
propio Banco de España se había encargado de la fabricación de sus billetes
pero a principios del siglo XX al experimentarse un aumento en las necesidades
de circulación de papel moneda, lo que unido a que se habían detectado falsificaciones
frecuentes de los billetes hechos en los talleres del banco, hizo que el
Consejo aprobase, el 8 de junio de 1906, encargar a un taller extranjero la
fabricación de un billete de 100 pesetas.
El fabricante elegido fue Bradbury, Wilkinson &
Company Ltd., de cuyo trabajo se obtuvo tan buenos resultados, tanto en calidad
de uso como en fiabilidad antifalsificación, que hasta el año 1935 fabricó la
totalidad de las emisiones de los billetes españoles, y aún prosiguió con
nuevas emisiones hasta 1938 pero ya, en paralelo, con, la también inglesa,
Thomas de la Rue.
La compañía fue fundada en 1856
por Henry Bradbury. En 1861 se estableció en New Malden, en Surrey, donde
permaneció hasta 1986 en que fue adquirida por su competidora de la Rue. Estas
dos compañías, junto con la American Bank Note de Nueva York, fueron las
compañías de más prestigio mundial y fabricaron, prácticamente, para todos los
países, no solo billetes bancarios, sino acciones, bonos y documentos que
requirieran especiales medidas de protección en su impresión.
Bradbury ya había trabajado en
España, durante el siglo XIX, fabricando billetes para los bancos con
privilegio de emisión, como el Banco de Cádiz, o para la banca particular, como
Catalana General de Crédito o Villarroya y Castellano, obligaciones destinadas
a su uso como papel moneda como las efectuadas para FFCC de Mallorca, o
acciones destinadas a empresas mineras como Hulleras de Turón o Carbones de La
Nueva. Igualmente había colaborado como grabadores con Saunders en su última
emisión para España.
A raíz de su venta a De La Rue
empezaron a aparecer muchos ejemplares de los conservados en sus archivos,
ofertados a través de subastas, comenzando en octubre de 1985 en Christie, y
prosiguiendo por otras casas de subastas inglesas, y reapareciendo en las
principales españolas.
Estos ejemplares del archivo son
muy interesantes no solo desde el punto de vista del coleccionismo sino desde
el histórico, habida cuenta de la información que aportan en cuanto a
secuencias de adopción de tipos, número y temporalidad de los ejemplares
fabricados, etc. No hemos visto ninguna publicación que explique las
peculiaridades de estos billetes, es más, en algunos catálogos de subastas han
intentado dar alguna información y los datos que han proporcionado están
totalmente equivocados, por ello, queremos hacer una pequeña aportación con
este artículo, especialmente para contribuir a que no desaparezcan datos
relevantes, que al estar escritos en los márgenes de los billetes de forma
manual, han provocado que algunos comerciantes los hayan borrado para mejorar el
aspecto del billete al desconocer la importancia de estas anotaciones
consiguiendo, en mi opinión, una desvalorización del ejemplar.
Describiremos los diferentes
tipos de ejemplares procedentes de este archivo que conocemos, haciéndolo en el
orden en que eran fabricados:
Pruebas de artista
No conocemos más que una única prueba de artista lo que parece indicar que,
habitualmente, no guardaban en los archivos más que ejemplares ya grabados e
impresos sobre papel. El ejemplar que conocemos es el reverso del 25 pesetas de
1931, Vicente López, presentado sobre una cartulina de gran tamaño como un
collage de guache y papeles pegados.
Pruebas de estado de la impresión
calcográfica
Se han conservado pruebas de estado para control de
la plancha de grabado. Este tipo de pruebas son raras, pero no infrecuentes, en
billetes españoles impresos por otros fabricantes, especialmente por los
talleres del Banco y la F.N.M.T. y corresponden a las impresiones calcográficas
de anversos y reversos. Estas pruebas suelen ser, las más frecuentes, de la
totalidad de la impresión de la calcografía, aunque también las hay parciales
y, las conservadas, en general, son del grabado completo y dado como definitivo.
Lo más interesante de las pruebas
de estado de Bradbury es que, casi todas las conocidas, son auténticas pruebas
de trabajo empleadas por el grabador para detectar los fallos cometidos o
anticipar el resultado final, por lo que tienen abundantes anotaciones sobre
ellas. Al ser pruebas de trabajo no se utilizan los colores definitivos, pues
lo normal es que todavía no hayan sido aprobados, o se utiliza el negro para
resaltar mejor el grabado. El problema, si así queremos llamarlo, desde el
punto de vista del coleccionista, es que su aspecto no es excesivamente
llamativo.
Solo conocemos dos pruebas de estado de la impresión litográfica del anverso,
en colores no aprobados, y correspondientes al billete de 100 pesetas de 1906.
Pruebas de color
Bradbury presentaba al cliente,
una vez adoptado el grabado, diferentes versiones del billete en cuanto a
coloraciones, para que éste eligiese el modelo definitivo, conservando en el
archivo las diferentes variantes. Estas variantes de color eran tanto de las
impresiones calcográficas como de las litográficas y se presentaban bien como
pruebas separadas de anverso y reverso o del billete completo.
Las pruebas de color de las
primeras emisiones, hasta 1925, suelen carecer del lugar y fecha de emisión y
al ser la impresión calcográfica definitiva de color negro, la casi totalidad
de las variantes se producen en las coloraciones de los fondos, y solo
recordamos variantes de color en la calcografía de los billetes de 25 y 50
pesetas de 1906. Por otra parte, no recordamos haber visto pruebas de color de
billetes completos en estas emisiones de 1906 y 1907.
A partir de las emisiones de 1925
las pruebas de color se efectúan individualizadas, anverso y reverso, y como
billete completo. Estos últimos suelen aportar una información suplementaria,
consistente en una pequeña letra en el ángulo superior derecho del anverso,
indicando el número de la prueba, de la “A” a la “F”, lo que nos permite
conocer que son seis las versiones efectuadas. En algún caso se ha utilizado
números. Estas pruebas completas son sobre las que el Consejo del Banco daba su
aprobación.
Todas estas pruebas están inutilizadas, aunque en realidad es un trámite innecesario,
con taladros de puntos “Specimen” o “Cancelled” o con un pequeño taladro en el
lugar de la firma del cajero.
Pruebas para aprobación del modelo por el emisor
El Consejo del Banco debía reunirse para aprobar el
modelo del billete definitivo. El modelo elegido podía ser una de las pruebas
de color presentadas o un anverso y un reverso de dos de ellas. El secretario
levantaba acta del acuerdo y sobre la prueba o pruebas adoptadas indicaba la
fecha del acuerdo certificando el ejemplar con su firma.
La certificación del acuerdo la expresaba el Secretario General en un papel
adherido al ejemplar de prueba o bien en el margen del mismo billete, tal como
puede verse en los dos ejemplares de la imagen.
Sabemos que el origen de estos
ejemplares es el archivo del fabricante pero no tenemos claro la causa de que
se encontrasen allí. Sería lógico que estos ejemplares se conservasen en la
documentación del Banco pero desconocemos la razón de que también se enviasen
al fabricante, a no ser que éste tuviese cierta desconfianza en el comprador y
requiriese este tipo de certificación para evitar malos entendidos.
Los secretarios generales que efectúan las certificaciones de aprobación son
Gabriel Miranda, Blanco Recio y Francisco Belda.
Billetes muestra
Bradbury, al igual que todos los
fabricantes, enviaba billetes muestra al comprador, para su utilización en
documentos oficiales o para ser enviados para conocimiento e identificación a
entidades bancarias u organismos internacionales. Alguna de estas muestras
quedaron en sus archivos.
Las muestras son ejemplares
adoptados, numerados con numeraciones “ceros”, generalmente con el mismo número
de dígitos que los billetes de curso legal y sin o con letra de serie, en este
caso siempre “A”, según iniciativa del fabricante, independientemente de que
los billetes a emitir tuviesen o no letra de serie en la numeración. Esto
último es debido a que en un principio el número de ejemplares del pedido era
reducido y ni el fabricante ni el ordenante sabían cuantos acabarían siendo
impresos, por lo que se incluía la letra de serie en la numeración muestra como
referencia de posicionamiento y tipo. Como es lógico, al ser billetes no
circulables, no tienen impresa la firma del cajero.
Los billetes muestra de Bradbury
vienen desmonetizados por taladro de puntos “Specimen” o un pequeño taladro
circular, generalmente en el lugar de la firma del cajero. En este último caso
Bradbury imprimía un sello rojo circular con su nombre y la mención “Specimen”.
Pruebas de control de fabricación
El Banco de España, y todos los bancos emisores, limitaban el número de
ejemplares de los pedidos, ante la eventualidad de una falsificación importante
en su circulante, ya que la única medida efectiva era el cambio de modelo.
Para tener constancia de los
pedidos Bradbury guardaba en su archivo al menos un ejemplar del modelo
fabricado (en las emisiones con muchos ejemplares podía haber diferentes
tonalidades de color según la época) con diferentes anotaciones o
singularidades.
En los billetes impresos para el
Banco de España las características diferenciales de la prueba de control
respecto a un billete tipo son las siguientes:
Carecen de firma del cajero al no
estar habilitados para circular y están desmonetizados con taladro de puntos
“Specimen” o “Cancelled”.
En los billetes con numeración
solo en el anverso, el primero de los números es el inicial del pedido en curso
y el segundo el número final. En los billetes con numeración en ambas caras, el
anverso se numeraba con “ceros” precedido de la letra de serie del último
número del pedido y el reverso con el primero y último números de los billetes
del pedido.
En el margen superior izquierdo
del anverso se anota el número de orden en el archivo. Este número de orden es
correlativo para todos los billetes fabricados por Bradbury independientemente
para el país o institución y puesto conforme a la fecha de pedido. En el centro
del margen superior se imprime “12,345”
con los colores y tipos de la numeración de los billetes como muestra de ella.
En el extremo derecho se anota, manualmente, la fecha de petición del pedido
por el comprador.
Estos billetes son muy interesantes pues nos
permiten ver las variantes de impresión de una emisión, dos pruebas de
numeraciones correlativas el ver el volumen de billetes que el banco ponía en
circulación en un periodo de tiempo, comprobar el número de billetes emitidos y
hasta saber el número de fallidos o errores por mil ejemplares.
Con estas pruebas podríamos saber, por ejemplo, en el caso del 500 pesetas de
enero de 1907, si, como se comenta, todos los billetes con numeración superior
a 2 millones son falsos (por el momento no se ha visto la prueba de
numeraciones superiores a 2 millones) o comprobar la razón de la existencia de
numeraciones superiores a 2 millones, en el 500 pesetas de 1927, Isabel la
Católica, cuando el Banco de España asegura que la tirada fue únicamente de 2
millones (tenemos la prueba de fabricación de 2,000,001 a 2,016.000,
tirada de sustitución de billetes fallidos).
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