viernes, 24 de diciembre de 2010

Fancy Cancellations Norteamericanas – I parte El Siglo XIX

Crónica filatélica
José Ramón Moreno Fernández-Fígares
Vice-Presidente de la FEPA
Presidente de la Comisión  Temática de FESOFI
Secretario de la Comisión Temática de la FIP

Cancelaciones de fantasía sobre sellos. Atención a las falsificaciones, que han proliferado mucho más en los sellos sueltos que en sobres. 
Hace 15 años escribí un artículo sobre las cancelaciones de fantasía americanas del siglo XX, desconocidas para muchos temáticos de aquella época. El artículo apareció inicialmente en el catálogo correspondiente a 1990 de “Granada 82-92”, ciclo de exposiciones debido a Mario Bueno, a Paco Gilabert y a su estupendo equipo de la Sociedad Filatélica Granadina, que fue un hito para la temática española.
Recibí varias solicitudes para la reproducción del artículo y así, con pequeñas modificaciones, se publicó en  buen número de revistas filatélicas de España, Portugal, Francia y algunos países de Sudamérica.
Se produjo un nuevo interés por este material y el curioso fenómeno de empezar a ver “fancy cancellations” en muchas colecciones que hasta entonces no se lo habían planteado siquiera. Concretamente en España se pusieron de moda y parecía como que toda colección temática que se preciara tenia que tener su “fancy”.
Aquel artículo se centraba en las cancelaciones de fantasía del siglo XX y, especialmente, en su edad de oro, de 1927 a 1935.
Tras los años que han transcurrido, parece que ya es hora de completarlo con el estudio de las “fancy” del siglo XIX, actualizando también el trabajo de las del XX.
Desde la aparición de los primeros sellos americanos en 1847, hubo una gran preocupación de la Administración por evitar el fraude que suponía la reutilización de los sellos, borrando el matasellos.
Se emplearon diferentes métodos: tachaduras manuales en los sellos con una pluma, cruces hechas también a mano y aplicación de fechadores y otras marcas con el nombre de la ciudad de origen.
Estos sistemas no siempre resultaron eficaces. Por una parte la aplicación de fechadores sobre los sellos hacía que se vieran mal los datos que contenía el fechador y, además, en ocasiones no marcaban suficientemente los sellos, permitiendo que se pudieran la tinta y se utilizaran de nuevo.
Todo eso originó que, el 23 de julio de 1860, los jefes de correos recibieran una norma por la que debían cambiar el procedimiento de matasellado. Se trataba, por una parte, que los fechadores fuesen más legibles y, para ello, se aplicarían preferentemente en un espacio del sobre no ocupado por el sello ni por lo datos del destinatario, mientras que para anular los sellos se “matarían” con otro cuño de forma indeleble.
Se dejaba al criterio de los jefes de correos el material utilizado para ese fin, siendo éste el origen de las “Fancy Cancellatións”.
En 1866 el Departamento Central de Correos decidió proporcionar matasellos de acero a las oficinas de correos de 1ª categoría, de hierro a las de 2ª y de madera a las de 3ª.

A las de 4ª categoría, oficinas de correos de pequeñas poblaciones con ingresos anuales inferiores a 500$, las dejó que siguieran buscándose la vida por sus propios medios. Y continuaran utilizando los más diversos objetos para anular los sellos. Unos empleando trozos de madera, otros corchos de botella y diferentes objetos, incluyendo los tacones de zapatos que, previa pasada por el tampón de tinta, emborronaban el sello y lo que se ponía por delante.

Desde el principio hubo también jefes de correos con inspiración artística que tallaron estos materiales dándoles las formas que más les gustaban. En muchos casos hicieron una representación del nombre de la ciudad. Hay que tener en cuenta que el mundo anglosajón son numerosísimos los apellidos  y las ciudades que utilizan nombres con el mismo significado que palabras de uso corriente en el idioma  actual.
La poca duración de los materiales con los que hicieron algunos matasellos es la causa de que tuvieran que cambiarlos a menudo y que, en general, cada cancelación se utilizara en periodos muy cortos.
Aunque la fecha ya citada del 2 de julio de 1860 está generalmente aceptada como la del inicio de los matasellos de fantasía, vemos que, ocasionalmente, ya se empleaban incluso en la época prefilatélica, como los de las ilustraciones de New Haven y del barco “The Father Knicker-Bocker”, aquí reproducidas.
Precursoras de las “fancy”. Marcas prefilatélicas de New Haven de 1839 y del navío “The Father Knicker-Bocker” (el padre de los pantalones bombachos) de 1846. 

Se les llamo cancelaciones “de fantasía” para distinguirlas de los matasellos ordinarios, ya que a todos los efectos tuvieron la función postal de cancelar el valor de los sellos.
El fenómeno de los matasellos de fantasía se extendió sobre todo por las pequeñas ciudades de los estados costeros del Atlántico, de Nueva Inglaterra y de la parte de Ohio, Indiana, Michigan e Illinois. Las “Fancy” más famosas son las de Waterbury, Connecticut. Su jefe de correos, John W. Hill, tallaba en corcho un matasellos con motivo de la fiesta o acontecimientos de la ciudad, que permanecía en uso durante algunas semanas o, incluso, sólo unos pocos días. Esto, realizado desde los años de la guerra civil hasta 1886, hizo que fuesen muy numerosas las cancelaciones empleadas. John Hill falleció en 1921, habiendo recibido en vida el reconocimiento a su originalidad y a su artístico trabajo.
En ocasiones el motivo del matasellos estaba relacionado con el nombre de la población. Sobre con el “fancy” aplicado en “Eagle” (águila), pequeña población del estado de Massachussets.  

“Corazón” de Canaan 4 Corners, Nueva York.

“Fancy” de 1880 representando una estrella del tipo “vacía” (existe otra “rellena”) de Castile, Nueva York. Las que muestran estrellas o dibujos geométricos son los “fancy” más comunes.

Waterbury, 22 de abril de 1866. (Hombre con sobrero tipo II). Sólo dos sobre conocidos. Esta pieza ha sido vendida en subasta por Robert Siegel en 2004, por 40.000 dólares USA. En catálogo estaba valorada entre 15.000 y 20.000 dólares.  

Del “tazón con asa” de Waterbury, sólo se conocen cinco ejemplares, y los cinco llevan la marca del 16 de septiembre de 1867.
Otra de las “fancy” más famosa es la conocida como “la mula coceando”. Resulta que el Señor Klinker, propietario del comercio de material de oficina Klinker y Cia, para hacer publicidad de su negocio compraba mulas viejas, las pintaba de colores incluyendo el anuncio de su tienda y se iba a pasearlas. En 1880 cinco pequeñas oficinas de correos le encargaron fabricarles unos matasellos. No se le ocurrió otra cosa que tallar una de sus mulas coceando. Las oficinas eran las de Port Townsend, Goleta, Forbes Town, Neah Bay y Susabille. Estas “fancy” se utilizaron entre 1880 y 1886 y son muy raras.
 “Fancy” de” la mula coceando” utilizados en Port Townsend, en la primera época, el de 2 céntimos de Washington y en Goleta, California, el del sello de 6 Céntimos de Lincoln.
La cancelación de la derecha  es la original de 1880, más estilizada que la copia empleada en 1938, a la izquierda.

La era de las “fancy cancellations” del siglo XX se terminó en 1890, cuando un nuevo Reglamento del Departamento Central del Correo americano decidió la estandarización de los matasellos aunque, con posterioridad, se siguieron aplicando de forma esporádica durante mucho tiempo.
Así, años más tarde, al jefe de correos de Port Townsend, que había utilizado la “fancy” de la mula coceando, William Learned, le sucedió en el puesto su hijo Francis, quien volvió a utilizarla para atender las peticiones de algunos coleccionistas. Se conocen 39 cartas mataselladas entre 1898 y 1913.
Finalmente en 1938, el Correo autorizó la utilización de una copia de la “mula coceando” que había fabricado en Port Townsend con motivo de un festival.
Primer matasellos del tema Béisbol. Muestra dos bates cruzados, tres bases y una pelota. La hizo Hill para conmemorar la victoria del equipo de Waterbury sobre el equipo de la vecina población de Naugatuck Valley en el primer partido que juraron tas el fin de la guerra de secesión americana. 
 La diferencia fundamental entre las cancelaciones de fantasía del siglo XIX y las del XX radica en que las primeras son más “auténticas”, realizadas para cumplir una finalidad postal y, salvo escasas excepciones, no preparadas para filatelistas. En general, son mucha más raras que las del siglo XX y sobre todo que las aplicadas a partir de 1927 en que la mayoría fueron fabricaciones para los coleccionistas, con menor valor filatélico. En consecuencia estas últimas deben utilizarse con moderación.

Hay catalogadas más de 2.100 diferentes, aunque algunas son piezas únicas al no usarse más que durante unos pocos días en poblaciones pequeñas. Son un filón para los coleccionistas temáticos por la gran diversidad de temas que abarca. 

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